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El Tribunal de las Aguas de Valencia, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

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Este es el titular que nos gustaría escribir el 28 de septiembre, mientras, desde absolutvalencia.com también queremos ayudar a la candidatura del Tribunal de las Aguas de Valencia, y por ello vamos a hablar de su página web. Una página escrita en cuatro idiomas: castellano, valenciano, inglés y francés, que sirve para dar a conocer el funcionamiento de estas entidades encargadas de impartir justicia en el seno de las comunidades de regantes tradicionales de las huertas de Murcia y Valencia.

 tribunal de las aguas

A través de textos, fotografías, audiovisuales, mapas interactivos y documentación diversa, la web repasa la historia milenaria del Tribunal de las Aguas y el Consejo de Hombres Buenos. En la página también se ofrece una idea amplia sobre su organización, sus funciones, las acequias que abarca, los elementos patrimoniales o las actividades y fiestas populares que rodean a la cultura del agua.

Con esta iniciativa la directora general de Patrimonio Valenciano espera que la comunidad internacional pueda conocer mejor la candidatura del Tribunal de las Aguas a Patrimonio de la Humanidad frente al centenar que se presentan también para ser evaluadas por la UNESCO el próximo 28 de septiembre en Abu Dhabi (Emiratos Árabes).

Esta es la página de la que estamos hablando todo el rato: www.tribunaldelasaguas.es y www.consejodehombresbuenos.es cualquiera de los dos enlaces sirve. Y ahora después de leer este post a vistarlas…¡venga, clickea!

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3 comentarios

  1.   Ana dijo

    Sí, por fin el Tribunal de las Aguas ha sido declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. BIENNNNNNNNNNNNNNNNNN

  2.   INMACULADA dijo

    FELICITACIONES A TODOS LOS AMANTES DE ESTA TIERRA Y A LOS DEFENSORES DE SUS AGUAS. ENHORABUENA VALENCIANOS.

  3.   SO. ANDRÉS CASTELLANO MARTÍ. dijo

    TRIBUNAL DE LAS AGUAS DE VALENTIA. VALENSIYA. VALENSIA. VALENCIA.

    Síntesis de la historia natural del Santo y Síndico Tribunal Edetano Tyrius.

    Narrasio al Us Natural espardeña. Per el So. Andrés Castellano Martí.

    So. Mestre de Traca.

    1 – Quienes aprendan la historia valenciana sepan que de ella hay dos versiones totalmente diferenciadas, dependiendo cada una de ellas de quién nos enseñe y el método empleado.

    Tenemos las enseñanzas de aquellos que aquí llegaron y ellos escribieron; de estos aprenderemos siguiendo sus escritos. Tenemos la narración de los naturales; de quienes viven los Usos Naturales, y que todo se lo transmiten por narración; de estos aprenderemos a trabes de su narración. Aunque muchas veces el escrito y la narración hablen del mismo hecho, rara vez coinciden en su valoración. Para los valencianos naturales prevalece siempre la narración en la gracia, sobre el escrito académico.

    2 – Tribunal de las Aguas.

    En el derecho internacional, y por la gente culta de todo el mundo, es de sobra conocido el nombre del Tribunal de las Aguas de Valencia. Siendo muchos los trabajos y libros sobre él escritos.

    Más también hay muchas personas que desconocen el nombre anteriormente mencionado, cosa que ocurre en la moderna actualidad. Nadie está obligado a saber todo de todas las culturas. Pero es vergonzoso para los valencianos que sabiendo todo de todos ignoremos nuestra cultura madre, la natural cultura del Agua y del Fuego.

    En los dos casos anteriores, tanto quienes no lo conocen, como quienes sí, todos ignoran su real historia, trascendencia, rito y creencia. Cosa debida a que su trayectoria siempre fue, y hasta ahora ha sido, según la Devotio a la Terra, en expresión antigua, nombre que nos ha llegado como Usos y Costumbres Naturales Valencianas, los naturales de esta tierra. Usos estrictos que no se escriben y sólo se transmiten a los propios, y no a todos; nunca a los extraños. Usos y Costumbres que en este momento, en apariencia se han perdido, pues son muy pocos los valencianos que los mantienen. Sólo allí, en los escasos minutos en que dura la sesión del Síndico Tribunal, el rito tiene vida. Sólo un día a la semana, el jueves, y cincuenta y cuatro jueves al año. Sumados todos los jueves, el rito, su suma, no sobrepasa los noventa minutos al año. Tiempo, tiempo real que en Tierras Valencianas se viven los Usos y Costumbres propios. En ningún otro sitio, tiempo y momento tal cosa ocurre.

    Sobre el rito valenciano y creencia, y su trascendencia, nadie nunca escribió, so pena de pagar tal osadía. Quienes sí han escrito, por ser cultos y haberlo estudiado, siendo cultos no de la narración si no de la ajena cultura escrita, nunca centraron su estudio sobre la realidad y esencia del Tribunal, ya que ésta al ser narrada nunca pudo ser estudiada en escrito alguno. Narración que se mantiene en el Tribunal y las gentes que le dan vida, sus gentes, mientras la Cultura Valenciana es pura; y también cuando es Espardeña.

    En estos momentos, ahora, la casi totalidad de los valencianos desconoce la cultura valenciana de sus antepasados, pues ahora todos defienden la catalana y castellana, las escritas por ajenos; los cuales cuando llegaron impusieron lo suyo y lo escribieron. La historia valenciana escrita es la de quienes siendo ajenos a esta tierra la invadieron, sometiendo a los naturales quienes narraban. La historia que hoy se enseña no es la de quienes vivieron lo natural y propio pues de ellos nadie escribió; de nuestros verdaderos antepasados, nada sabemos por escrito, pues todo fue transmitido por la pura narración natural mantenida en la huerta y la cantera; narración que en estos momentos pocos siguen. Y en colmo de males también se pierde la «Espardeña», con lo cual ya pocos naturales quedan. Nosotros ahora, -así en puñetero honor, el Sanedrín político, Cristo y la Inquisición se enfaden, no tenemos nada que ver con nuestros antepasados, y quienes siendo Síndicos jueces del Tribunal de las Aguas asisten todos los jueves a cumplir con el rito, sólo allí lo viven, no trascendiendo la cultura del Tribunal a ninguna institución de la vida política valenciana. La Hombra del tribunal que dio ser y vida a todos, se ha esfumado.

    Ningún organismo cultural, oficial o privado, político, en estos momentos llamados de libertad y autonomía, vive la cultura de los Usos y Costumbres Naturales Valencianos. Incluso el Parlamento o Cortes Valencianas tienen su organigrama funcional a lo castellano, al derecho constitucional castellano, Español; y las formas del habla y comportamiento son castellano-catalanas. Quienes representan a los valencianos se comportan de todas maneras menos -com a Homens.

    Pues bien: asumiendo la responsabilidad de romper la tradición de narrar, y dado que en el caso del Tribunal de las Aguas, la narración es Espardeña, nosotros ahora pasaremos al escrito parte de dicha narración, con la intención de que las nuevas generaciones de jóvenes valencianos tomen conciencia y conozcan la cultura natural que tanto honró a sus antepasados.
    Narraremos aquello que puede ser por todos conocido. Callaremos lo que a los ajenos debe ser callado.

    3– Para estudiar y comprender todo del comportamiento de los valencianos que viven la cultura natural, comportamiento «Home», y en consecuencia para comprender una de sus obras -Tribunal de las Aguas-, no podemos dirigirnos a la biblioteca donde se almacena el saber escrito, ni a claustro alguno en ninguna universidad, pues en dichos sitios sólo está una parte de lo que buscamos; lo que buscamos siempre estuvo en la huerta, en la mente y conducta de aquellos huertanos que además de ser musulmanes o cristianos, ellos son valencianos puros. Pero no unos valencianos cualquiera; -ellos son Homens. Homens que siendo iletrados de la cultura universitaria ellos son sabios en su cultura natural. Existiendo en nuestras huertas estos Homens durante mucho tiempo, y no un año, o un siglo, sino dos mil doscientos años, más los anteriores. Conviviendo siempre estos Homens con aquellos que llegan, vencen y dominan y su cultura y creencia imponen. -Para comprender la natural cultura valenciana hemos de retroceder a los tiempos edetanos y ver el -Estar a Sol, y si somos capaces de tener la misma fe en la tierra valenciana que ellos tuvieron, veremos lo que ellos vieron.

    Si queremos lograr nuestro propósito hemos de ser muy tenaces pues la primera característica de la natural cultura valenciana es que no se enseña; se transmite, y esto mirando siempre la Hombra del que aprende. -No anseñes a ningu que no eu mereixca. -Us-.

    Para conseguir semejante propósito, primero hemos de creer y después ser valencianos; creer en nuestra tierra; después buscaremos entre los abuelos y yayos actuales a aquellos que siendo callados y sabios, valencianos y «Homens», sepan. Si estamos bendecidos y tenemos buena Hombra, si el destino nos bendice, un Home se nos cruzara por la huerta, o quizás más de uno, en cuyo caso todos nuestros problemas para saber se habrán resuelto. Si lo que encontramos son personas mayores que en su vida joven y adulta eran tontas o memas, o con prejuicios religiosos, o Cansalà, seguro que no estamos bendecidos, que el destino no nos bendice. En cuyo caso nada aprenderemos.

    De ser bendecidos, de ser tocados por la bendición, y la persona hallada nos ve con buena sombra, la puerta de los Usos Valencianos Naturales se nos abre, nos da paso y nos muestra todo el saber y saberes, creencias y ritos que originaron la conducta «Home» y su obra -el Tribunal de las Aguas.

    Para aquellos que con sinceridad se lo propongan y crean en la existencia anterior y presente del carácter «Home», a ellos les diremos que para poder comprender han de ser equilibrados, y no tener en su mente dogmas, ni prejuicios inquisitoriales que los anulen, ni tampoco humanistas. Han de carecer de asombro. Han de estar ávidos de saber y tener claro que por mucho que sepan en realidad nunca se sabe nada. También han de tener claro que en tierras valencianas conviven muchas culturas, siendo la natural la más desconocida, y a la vez la más difícil o fácil de aprender, dependiendo del camino que se tome.

    Lo primero que hemos de tener en cuenta, es, que en la causa del carácter Home y su comportamiento hubo dos creencias que en la antigüedad valenciana fueron puras y muy conocidas y practicadas, si bien hoy los valencianos que las dominan no lo dicen. A la una se la llamaba «Sol» y a la otra «Mare». Las dos en realidad son la misma pues tienen las mismas esencias fundamentales.
    Las dos fueron vividas con plenitud y tal como se vivieron hoy perduran, más quienes las mantienen callan. Los últimos vestigios de dichas culturas, nos han llegado a los valencianos por medio de los Usos y Costumbres propios de la huerta. Y también a través de las creencias mágicas de los hombres de las pedreras, canteras, los cuales al extinguirse como familias profesionales y de creencias, transmitieron estas a sus herederos (Los Traca). En ambos casos, huerta y cantera, las creencias vividas eran y son las mismas; «Cultura Sol i Mare» cosas de padres a hijos enseñadas y de abuelos a nietos aprendidas. Cosas vividas y aprendidas sin escrito alguno.

    Ambas esencias, durante mucho tiempo fueron vida en tierras valencianas, posteriormente la iglesia cristiana por medio de la inquisición, o por su arte y gracia, las condenó, por ser similares a las herejías, o creencias que desaparecía. En definitiva, vida vivida por los valencianos en callado y asumido silencio, asumido e impuesto silencio. Finalmente las personas que esto viven han sido totalmente negadas y anuladas tanto por los materialistas empíricos como por los espiritualistas católicos; corrientes en suma que dominan el continente europeo y americano.

    Para comprender lo sucedido lo ocurrido a nuestras originales culturas, hemos de fijar la mirada y ver lo hecho por aquellos que escribiendo hacer el bien, han hecho el mal. Por aquellos que cuando dicen que salvan, condenan. Cuando dicen dar la vida, la matan.

    La sabia narración que en parte nos introduce en lo que fuera la Cultura Sol Valenciana, está narrada al Uso de los canteros valencianos y de sus homólogos los labradores. Hablar de unos y de otros es lo mismo pues ambos vivieron la misma cultura aunque distinta profesión. Ambos vivieron los mismos Usos Naturales.

    4– Narración Traca sobre el Tribunal de las Aguas.

    Para poder hablar del Santo Tribunal de las Aguas, pues santos fueron en todos los tiempos sus Síndicos, –tribunal justo que da justicia; que no la hace, primero hemos de saber en que creen los que la aplican y quienes se la aplican, y el porqué, y las razones que se tienen para que tanto los en Sindicato juzgados como los juzgadores todos vean todo como necesario y justo. Y todo esto durante dos mil años cristianos, y, muchos más años anteriores.

    Cuando se habla de la religión musulmana, quienes en ella creen siempre recurren como garantía de certeza y santidad, a su antigüedad, aseverando que de no ser cierta no hubiera durado tanto tiempo; catorce siglos. Caso idéntico ocurre con el cristianismo; veinte siglos. Sin embargo, cuando se habla del Tribunal de las Aguas y la cultura que lo alimentó nadie lo hace certificando su santidad y veracidad en siglos. Nadie se atreve a mencionar que tal antigüedad, anterior al cristianismo, verifica una realidad espiritual del agua y el fuego vivida por los valencianos durante ese tiempo y los anteriores. Vivencia espiritual que al carecer de escritos evangelios o coránicos, de dioses, fue vivida por quienes creyendo en su carácter le dieron vida, más nunca la exportaron ni vendieron; Sólo la vivieron. Es decir; durante veintiún siglos conocidos, más los anteriores, los valencianos vivieron y en parte aún está vivo, un rito en cuya esencia lo primero era el Home, auxiliado por el agua y el fuego. Agua que dio vida en todos los tiempos a los valencianos. Agua regida por la ley del Fuego.

    Pues la esencia y creencia de la cultura natural valenciana, la que vivía el Tribunal y los valencianos que en él creían, nunca en los tiempos cristianos fue evangélica, ni en los musulmanes coránica, ni en los romanos pantéica. Pues dicha esencia es antípoda de todas las dichas creencias. Que no las niega, pero si las supera.

    A los investigadores actuales, a esos que defienden lo científicamente verificable, a ellos les está vetado el comprender nada que con el Tribunal se relacione, dado que la propia esencia, razón de ser del mismo, se opone a todo escrito y a toda razón, pues no es en la escritura donde se encuentra la legislación y vida del mencionado Tribunal, ni en el razonamiento lógico, sino en el alma espiritual de las personas, en su espíritu, en sus creencias. Cosas que en valenciano al Uso nunca fueron escritas, ni enseñadas a los ajenos. Ser Home. Ser Us y Home de esta Terra.

    Fuego y agua durante muchos más años de los que los historiadores explican, fueron vividos como cosas vivas por los valencianos, con alma, Anima, con espíritu, Foc, con una esencia igual a la del hombre que habitaba estas tierras, hombres llamados antiguamente edetanos, y después valentinianos, y finalmente valencianos. Hombres que transmitiendo sus creencias en sus descendientes supieron mantener los orígenes de sus antepasados. Homens.

    Desgraciadamente y en cúmulo y suma de sometimientos y anulaciones, de la natural cultura valenciana anterior sólo nos queda una pequeña parte del todo. Y de esa parte y como representación de lo que fuera sólo nos queda a los valencianos un Tribunal, antes de Santos Síndicos. El Tribunal de las Aguas. Cuyos jueces hoy aplican justicia sin tener a quién. Mantienen el rito sin saberlo. Mantienen la verdad sin verla. Están en los honores, pero nada deciden. Omiten la defensa de la huerta y el agua, cuando ésta es su vida y a ella se deben. Se menciona su nombre, a ellos, cuando son otros en realidad quienes deciden y gobiernan todo. Nada dirigen y de nada son responsables. Son el halo de lo que fueran y su entidad pervive porque otros Santos Síndicos anteriores a ellos se lo propusieron, cosas de las que ellos no se enteran. De la misma forma que no se enteran de que su gracia ha sido anulada por los Cansalà no valencianos, y también por muchos Cansalà-valencianos, que estas cosas no viven. Están asistidos en leyes por letrados de la innecesaria legislación escrita, cuando ellos Com a Homens son la verdad de la ley y la narración, la ley natural de esta tierra.

    Hoy el tribunal de las Aguas está sólo y nada hay a su alrededor que le de su aliento. Cuando en tierras valencianas no quede un palmo de tierra huertana que de sus acequias se riegue, todo habrá terminado. Y esto es ya. El tribunal y su cultura tienen vida mientras los huertanos vivan, mientras viva la huerta valenciana, el agua y el fuego. Cuando estos se apaguen seremos lo que seamos pero no valencianos.

    Y todo esto que hoy tenemos, en vida muerta y sin gracia, nuestra muerte y falta de gracia ¿Como fue anteriormente?

    Para responder a la pregunta hemos de retroceder tres mil años atrás, a la época en que en estas tierras vivían los edetanos y llenaban montes y valles con su presencia.

    5 – Pues bien; hace tres mil años en estas tierras vivía un pueblo llamado Edetano, miembro de una gran familia llamada Íbera. Pueblo que podemos decir, era uno en lengua y costumbres con sus hermanos los íberos que poblaban la Península, prácticamente desde los Pirineos hasta tarifa. Pueblo que tenía gran predisposición al mar de levante y que como máximo, tierra adentro, se alejaba de él unos doscientos kilómetros. Este pueblo era pastor y labrador y conocía el arte y la ciencia del barro cocido y los metales fundidos. Tenía fe en las energías del Sol y la Tierra, en la Mare, manteniendo vivos todos los lugares con gracia. Aunque sabían leer y escribir de la misma forma que en el mismo tiempo lo hicieran otros pueblos, sus tradiciones, conocimientos, leyes y costumbres, eran verbales. Su escritura se imprimía sobre láminas finísimas de plomo, las cuales, se guardaban enrolladas en los Santuarios. O en los archivos de los llamados -Señores-. Tierras adentro, hasta llegar al otro mar, habitaban otros pueblos que al igual que ellos también vivían de la agricultura y la ganadería. Todos los pueblos, tanto los del interior o los de la costa, eran de natural guerreros. Excepción a esto era el Pueblo Edetano o Sedetano, nuestros antepasados, gentes que habitaban mirando al mar mediterráneo en la desembocadura del Tiryus, estos eran pacíficos ya que por su naturaleza vivían creencias que a esto les obligaban, y les era más provechosa la paz que la guerra. Tenían un lema en Edeta -Gudua de izdea- que traducido significa «Llamada a la Guerra». Creencia ancestral en ellos que sin embargo los predisponía a la paz, pues ellos a las armas les daban carácter religioso, o mágico, lo cual les dejaba sin honor en caso de ser desarmados, suicidándose.

    También tienen un alto aprecio, en grado sumo hoy inimaginable, a la palabra dada, la conducta recta, el comportamiento ejemplar, mostrando Devotio a la Terra y a aquellos que por su Santa Hombra son elegidos jefes, a los que todos siguen.

    Todos los territorios edetanos están surcados por caminos naturales que sirven de enlace comercial entre ellos. Caminos recorridos por otras gentes que a su modo se desplazan. Gentes que en muchos casos son guerreras y de las cuales hay que prevenirse.

    Los edetanos tienen siempre su lugar de residencia cercano a las fuentes, manantiales y ríos, pues para ellos el agua es sagrada. También tiene pozos y saben buscar el agua allí donde estuviera.

    De natural su vivir diario lo hacen en los sitios donde cultivan o pastorean. También tienen núcleos de población fijos en donde centran las actividades culturales y comerciales.

    Los Edetanos están organizados socialmente de forma sabia. De tal manera que todo aquello que afecta a la comunidad está atendido. El vivir cotidiano lo es allí donde hay alimento y agua. Sobre los montes más altos desde los que se divisan sus territorios, construyen cuarteles. En los cuarteles tiene guarnición So, policía Zai protectora, no militar, que almacena alimentos y agua en abundancia, estando pronta a acudir a las emergencias en que son solicitados.

    También sobre los montes edifican monasterios que habitan sus hombres santos.

    Cuando los edetanos habitan estas tierras, en otros lugares del planeta ya existen culturas sabias y viejas, con varios miles de años de vida. Culturas que igual reciben que dan, pues los inteligentes siempre aprenden de otros.

    Mientras los edetanos viven con armonía su existir, los pueblos de su entorno crecen, comercian y compiten. Los que más destacan en estas cosas son los egipcios, griegos, cartagineses y romanos. También en ese tiempo hay otros pueblos adelantados, pero dada la lejanía de sus continentes, su influencia no les alcanza.

    En los tiempos edetanos la cultura egipcia es ya muy avanzada, influenciando y condicionando a quienes con ellos se relacionan. Muchas cosas y creencias edetanas son similares a las egipcias. Cosa inexplicable, pero así es.

    Los griegos son un pueblo que en esas fechas, está en su máximo auge tanto cultural como comercial, única cosa que intercambia con los edetanos, pues el comerciar con ellos les da riqueza. La influencia griega sobre los edetanos en los tiempos anteriores es muy fuerte.

    Los cartagineses son un pueblo que por su situación geográfica en África comercia con todos, tomando de todas partes aquello que cultural y económicamente les interesa. En África, junto a los egipcios son los que más poder alcanzan. En la Península Ibérica lo condicionan todo. Los edetanos les tienen mucha simpatía.

    Los romanos son un pueblo joven, que ha logrado en muy pocos años unir y aunar las tribus y pueblos que habitan la Península Itálica. Crecen imparables y por su carácter dominan. Tienen gran predisposición a las religiones y creencias, a las leyes, y la cultura. Toman como suyo, todo aquello que siendo de los demás, a ellos les engrandece. Si bien los íberos del entorno de los edetanos se ofrecen como soldados a roma, los edetanos sólo comercian con ella.

    Cartagineses y romanos, son pueblos que nacen y crecen a partir de la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. Fechas que son las mismas en el vivir de otros pueblos como es el edetano. Sin embargo, este pueblo no tiene espíritu de conquista y grandeza y sólo es feliz viviendo sus creencias y tradiciones, las cuales no imponen a nadie, ni exportan.

    6 – En los siglos finales del primer milenio a. d. C, en lo que llamaríamos costas del mediterráneo, dos son los pueblos que en comercio, política y poder, se disputan ser los primeros; son los cartagineses y los romanos. Los unos y los otros no quieren que su oponente triunfe. Quieren triunfar ellos. En muchas cosas son aliados, en cuanto a ser los primeros no le ceden el puesto al otro. Los dos saben que aquel que se imponga será el amo del mundo conocido.

    Con pretextos propios, ambos pueblos entran en guerras. Guerras que serían llamadas Púnicas. Guerras por ser el primero. Por dominar a todos.

    Varias fueron estas guerras, Las Púnicas, y muchos los años en que estas duraron, pues iniciándose en el 264 a. d. C, finalizan en el 146 a. d. C. Finalmente, en la última, se decide quién será el dueño del mundo conocido.

    Desde el inicio de estas guerras, los caudillos Amilcar, Asdrúbal y Aníbal, pelean contra Roma y sus aliados.
    En nuestras costas, griegos y romanos tienen dos colonias comerciales. Eran Denia y Arse. Ambas estaban habitadas en su mayoría por ciudadanos de aquellas naciones. Aníbal cuando llega ante sus murallas, sus puertas se cierran, y ha de conquistarlas. Siendo de las dos, Sagunto, la que mayor y más tenaz resistencia le opone. Sin embargo, los pueblos edetanos de la costa y el interior son captados por los cartagineses, reclutando estos a la mayor parte de sus hombres, incluso a los de Edeta. Sagunto finalmente es vencida en el otoño del 219 a. d. C, y Aníbal prosigue su camino cruzando los Pirineos, la Galia, los Alpes y entrando finalmente en territorio romano.

    Antes de tomar Sagunto, los cartagineses toman sin oposición alguna la fortaleza romana de Valentia. Cuarteles en los que se cumple el presagiado destino edetano negativo para hacer la guerra.

    Las batallas, los primeros enfrentamientos, inicialmente los ganan los cartagineses quienes imparables derrotan a todas las tropas romanas que se les enfrentan. Mas los generales romanos en sabia estrategia y destino bendecido, hacen que Aníbal se traslade a un campo de batalla propicio para los itálicos y desgraciado para los africanos. En él los romanos tienen facilidad para aprovisionarse y los cartagineses no. Y debido a esta circunstancia Roma derrota a Cartago.

    7 – Vencido Aníbal, 162, sus soldados hechos prisioneros quedan esclavos de Roma. Los territorios de donde estos fueran originarios, que antes fueran libres e independientes, pasan a ser colonias romanas, y aquellos que fueran sus aliados y por ello sufrieran, ahora son premiados.

    En tierras valencianas, Denia y Sagunto, son reconstruidos, potenciados y engrandecidos. Los territorios edetanos repartidos entre los Tabula Coloniae, los cuales los llenan de villas agrícolas.

    En la isla de la desembocadura del río Tyrius, las legiones romanas potencian su Oppidium, acaban su cuartel de entrada por mar a la península, pasándolo posteriormente a Urbe.

    En el caso de Sagunto, a esta ciudad se le construye un canal de más de cincuenta kilómetros, que desde la hoy Pedralba, bordeando las montañas o por dentro de ellas, le lleva el agua de forma permanente y constante. También a la isla de la desembocadura del río Tiryus, donde se construyera el campamento romano (Valentia) se le construye otro canal, por la margen derecha, campamento que con el paso de los siglos daría la ciudad de Valencia. Desde la misma presa que toma el agua para Sagunto, se toma el agua para el campamento militar Valentia.

    Con la creación de las villas y canales romanos, los asentamientos edetanos son derruidos, abandonados y sus habitantes repartidos al servicio de los nuevos amos. Estos, dueños totales de todo cuanto existe y sin temor alguno de ser atacados, construyen sus villas aisladas y centradas en el territorio de su propiedad. Las villas Tabula son edificadas en sitios con agua abundante, bien de nacimientos o por ser llevada a través de canales. Los romanos hacen suya la cultura del agua de los edetanos y la superan. El agua marca para los romanos la razón de ser de todas sus edificaciones. Muchas villas aprovechan lugares ya habitados por los edetanos.

    En tierras valencianas los romanos se aplicaron con gran inteligencia para aprovechar los recursos hídricos. Mérito por su parte en cuanto a la iniciativa y dirección, y a sus esclavos edetanos, en cuanto a la construcción desarrollo y mantenimiento.

    Para armonizar de forma óptima el rendimiento y mantenimiento de sus obras hidráulicas, los romanos crean entidades federativas encargadas de administrar sus canales. Estas federaciones de usuarios, siendo originariamente representadas por los propios romanos (Pater-Tabula Coloniae), toman de los edetanos el carácter en cuanto al comportamiento y formas de hacer, –En aquello que se refiere al agua y el fuego –.

    Siendo los romanos seguidores de la cultura escrita, ellos respetan de los edetanos su narración, sus lugares sagrados, sus ritos, y el comportamiento de los hombres en lo tocante a sus creencias. Las aguas del territorio edetano-valentino, por ser pozo, manantial, o río, pasan a ser administradas de palabra por los vencidos edetanos, tal como aquí se atiende todo lo sagrado. Para los edetanos el pozo, manantial, río, son como el Dios Termino para los romanos. Son el centro de su creencia.

    Dado que dos son los canales construidos, dos son los organismos encargados de ellos. El primero atiende la obra principal, canal principal, que lleva el agua de la presa al campamento romano Valentia. El otro atiende el canal que lleva el agua de la presa a Arse. Canales materiales, obra en rendimiento, organismos que los atienden, están en pleno funcionamiento durante la época romana y posteriormente durante la visigoda y la musulmana.

    El ente director del canal de Sagunto, está en dicha ciudad. El de Valentia, está en ella. Siendo romanos los dueños, sus síndicos son edetanos y edetanas sus reglas, pues edetano es el río y el agua que administraban, y este está bajo la protección de los manes de los lugares con gracia en los que los edetanos creen. Roma en esto demuestra ser exquisita, en cuanto al respeto de las creencias ajenas se refiere. Los que administraban las aguas, son Sindicados por aquellos que beneficiándose de ellas las aprovechan; Los Tabula Coloniae fundadores de las villas romanas en la administración de las aguas fían de sus esclavos los edetanos. Resultando que de sus cosas sagradas los edetanos no escriben.
    Tras ser tomadas estas tierras por los romanos, 162 a. d. C. los nuevos dueños las cultivan tanto en regadío como en secano. La original agricultura edetana se supera y los colonos de Roma la explotan sacándole optimo rendimiento. En el transcurso de cien años estas tierras se convierten en una de las más prosperas del imperio. Tanto Sagunto como Valentia, primitivo campamento militar pasado a ciudad, tienen en su configuración urbana todos los servicios propios de las ciudades importantes, de cualquier ciudad romana con prosperidad y cultura.

    Dicha prosperidad se ve aumentada al ser traídos a ella nuevos habitantes. Estos son los soldados con rango del ejército Lusitano de Viriato.

    Dichos soldados se han enfrentado a Roma a las órdenes de su caudillo Viriato. Muerto este por traición de sus capitanes, su sucesor Tautalo, tampoco se rinde. No obstante la política de Roma le puede, y le fuerza a un tratado. Este es pactado con la condición de que ningún soldado será hecho prisionero ni esclavo.

    Cumplidos los pactos, año 138 a. d. C, los lusitanos son traídos a Valentia. Integrándose totalmente en la cultura romana y las creencias de esta tierra.

    8 – Comportamiento dels «Homens».

    Desde el mismo momento en que los edetanos pasan a esclavos, y construyen a las órdenes de los romanos los sendos canales originales valentinianos, desde ese mismo momento, cada conducto hídrico tuvo su Síndico. Persona dictadora en funciones de administrador del agua. Dicho hombre, Home, tenía como obligación máxima, el repartir de forma justa el agua del canal entre todos aquellos que tenían derecho a ella.

    Las aguas de los canales, primero, y de las acequias, después, siempre fueron repartidas proporcionalmente entre los regantes de toda la huerta. Cuando el agua era abundante, cosa que ocurría cuando el rió no estiaba, el riego era libre. Esta libertad de regar se daba cuando el agua entraba por el principio del canal y salía por su final, sin que nadie la aprovechara. Tal libertad se anulaba, por decisión síndica dictatorial, cuando al escasear dicha agua sólo regaban aquellos que tenían los campos cerca de los orígenes del canal-acequia, de la presa, posterior azud. Cuando esto ocurría, o se prevenía iba a ocurrir, se dictaba por el Síndico, Tanda. Es decir; el día marcado, a la salida del Sol, tomaban el agua los primeros, cediéndose este derecho de regar unos a otros, por turno ya estipulado por el Síndico, hasta que finalmente regara el último. La Tanda durara lo que durara, el tiempo que fuera, debía regar toda la huerta. Las tandas también se podían ordenar en sentido contrario. O partir del lugar que se estimaba el canal secaba. La decisión del Síndico era inapelable. De ser injusto la Ley de las tierras valencianas se lo tendría en cuenta.

    Cuando se dictaba Tanda, siendo el agua abundante, el tiempo de tandeo era relativamente corto siendo suficiente para que las cosechas no sufrieran sequía. Cuando se dictaba tanda siendo las aguas escasas, el tiempo de tandeo se alargaba, sufriendo las cosechas sequía. En tales circunstancias las cosechas se malograban. Esto era la ruina del labrador; No obstante todos respetaban el agua que en su derecho a los demás les correspondía. Desde sus orígenes el derecho al agua fue proporcionalmente considerado en función de la cantidad de agua que poseía el río. No se dieron más derechos de los que se podían regar, quedando muchas tierras de secano en medio de la huerta.

    Para dar el agua a cada labrador, en su derecho, y mantener el respeto del derecho de todos, había un Síndico por acequia el cual estaba auxiliado a su vez por uno o más Sequiers. Persona cuya única obligación era llevar el «Ull del Reg» y de la Tanda, cuando esta se dictaba, y tener las acequias en condiciones. Este hombre atendía diariamente la acequia trabajando cuando se le necesitaba y descansando cuando debía. Lo que él dijera se cumplía tanto si él estaba delante como si no. El Sequier en su conducta era la voz del Síndico, en todo lo que este ordenara. Al Sequier se le exigía fuera Home, entendida esta cualidad según el Uso Valenciano. Cobraba sueldo de la acequia, pero no podía tomar donativo ni gratificación pues de hacerlo el mismo se maldecía.

    Anualmente y coincidiendo con el solsticio de invierno (Diciembre) cada acequia, sus regantes, hacían Sindicato, asamblea. En ella se discutían todos los temas relacionados con el riego admitiéndose críticas al buen o mal criterio del Síndico y Sequier. No así a las sentencias que se hubieran dado ya que estas eran inmencionables. No se podían criticar, ni tampoco mencionar. Esto sólo lo podía hacer el Síndico, si creía que era necesario, comentando sólo la falta pero nunca la pena. Cada cinco años se elegía de nuevo al Síndico siendo elegido aquel anciano que tuviera mayor Bona Hombra i Ma de entre todos los regantes; nadie se podía presentar al cargo, ni nadie de ser elegido podía negarse a el. Siendo natural que se volviera a elegir al mismo, a no ser que él por imposibilidad, o por edad ya no pudiera atender el Compromis.
    En las asambleas quinquenales se elegían por acequia de tres a cinco Síndicos Auxiliares, personas de la máxima Ma dentro del colectivo de los regantes y siguiendo el mismo Uso con el cual se eligiera al principal. Estas personas, Homens en Ma y Caps, tenían como única función ayudar al Síndico Aveaor, en lo que este les demandara.

    9 – Cada canal y posteriormente acequia, se administraba de forma independiente no estando obligada a dar explicaciones a ningún organismo de poder. No dependían de ningún noble, monarca, ni gobierno alguno. Tampoco ninguno a lo largo de los tiempos intento quitar este derecho. De haber necesidad de acuerdos en el reparto del agua del rió, el Síndico de la acequia más antigua, Moncada, convocaba a todas las acequias, y en sindicato decidían.

    Mientras fueron dos los canales, hecho real en tiempos de dominación romana, dos fueron los Síndicos que dictaron y rigieron los canales, así como sus jueces.

    El hecho anterior se vio alterado cuando en tiempos de predominio musulmán el número de acequias aumentó. Quedando las antiguas con su Síndico Aveaor, cada una, y creándose siete nuevos Síndicos, uno por cada acequia. En este caso cada una de las nuevas tuvo su Síndico principal y los propios auxiliares; y a su vez sindicándose los dichos principales en un tribunal donde los Jueces eran todos ellos. Su sindicación se debía al hecho de que todos caían en la demarcación propia del fenómeno mágico Lucentum. Esto les obligaba a someterse en obediencia unos a otros. En este caso todos los jueces menos uno decidían la sentencia a aplicar cuando un Sequier mencionaba una falta. El Síndico que se abstenía de mirar era el titular de la acequia a la que pertenecía el regante. En época musulmana los Jueces Síndicos de las acequias tenían reconocido el carácter de bendecidos y santos. Por edad y función, Ma, dentro de la mezquita estaban protegidos. Dándole a esta con su presencia, función sagrada. Siendo en su Hombra mayores a la del Iman.

    10 – Cuando alguien comete en omisión o voluntad algo contrario a los Usos del agua, es señalado por el Sequier; dicha indicación implica presentarse ante los Síndicos en justicia. Tribunal que siempre se constituye en el día de jueves al mediodía. Todas las faltas amonestadas a partir del jueves son vistas a partir de las doce del jueves siguiente, día inapelable a no ser por defunción del señalado, sus padres o hijos. Quienes abusan de los derechos de los demás son señalados, bien por el Sequier, o cualquier labrador en demanda que a este se lo comunica, siendo mirados todos en su Forat i Hombra, y si los jueces lo estiman preguntados en su razón. El Sequier informa siempre, que no acusa, de la falta cometida para que todos los asistentes se enteren, pues los Síndicos aunque no se mencione ellos ya la ven. Pues ellos mirando la Hombra de la persona ven si esta es espiritualmente inocente o culpable; pues ellos de quien tiene delante sólo ven su realidad espiritual. Nadie puede acusar ni defender, y de hecho todo esto se omite. Oídas las dos, o tres partes, o las que hubiera, o los jueces estiman, ellos entre ellos comentan lo visto y lo oportuno y para ellos dictan sentencia. Antes de dictar sentencia los Síndicos miran si entre los asistentes hay un anciano Home en grasia, y de haberlo lo miran y sin vocalización alguna le piden su permiso y después suelen hacer una de tres indicaciones en espiritual.
    Voste es poc Home. Cosa que indica que debe corregir sus fallos y errores, pero que no tiene más inconveniente que indemnizar el daño hecho.
    Voste no es Home. Cosa que indica que su mala intención tiene su castigo. Castigo que nadie menciona.
    Voste es Cansalà.
    En el primer caso la persona señalada corige seguro. Y respira.
    En el segundo y tercer caso, la persona señalada corrige y pena.

    11– Todo lo anterior posteriormente se trunca al ser maldecida Roma con las llamadas guerras sociales del (91-88) a. d. C. Aquí guerra civil romana de Sila y Pompeyo del (76-70). Dichas guerras en tierras valencianas son cruentas y exterminadoras pues al ser entre hermanos, aquí, repetimos, deja exangüe a los hombres. Siendo arrasadas las ciudades y todas las villas Tabula. No quedando en pie más que los templos y los monumentos funerarios.

    Los supervivientes de esta guerra; ancianos, mujeres y niños, sobreviven y mueren peor que los esclavos, a pesar de ser romanos. Todas las obras públicas se paralizan y abandonan. Se tarda más de medio siglo en levantar cabeza. Los vencedores de dichas guerras nunca habitan las ciudades de sus enemigos, quedando estas abandonadas y en escombrera.

    Cuando de nuevo renace la vida con normalidad en estas tierras, esta se hace con inmigrantes, unos del norte, y otros, la mayoría, del sur. Construyendo sobre los escombros allanados de las antiguas construcciones. Las huertas son recuperadas y también lo son los canales. De forma insólita pues nadie lo dicta, de nuevo se recupera la tradición y rito del agua según la costumbre edetana. Se recuperan las funciones de los Síndicos tanto los de la margen derecha como la izquierda.

    Quienes llegan tras las guerras civiles de los romanos, son personas que huyen. Son los antiguos súbditos cartagineses que tras ser destruida Cartago no aciertan a sobrevivir en su tierra. Son el flujo migratorio africano que cíclicamente camina de África a Europa.

    Con la llegada de los misioneros o evangelistas cristianos algunos habitantes de estas tierras se cristianizan. A partir de la predica de Mahoma, son muchos los que se convierten al Islam; es decir, –Cuando los Sufitas y Fatimitas predican como misioneros de Alá, las tierras valencianas se convierten al Islam. Dándose el fenómeno religioso de que los creyentes cambian de religión, de cristianos a musulmanes. O simplemente se convierten al Islam pues esta religión tiene la misma procedencia que ellos.

    Para comprender el hecho anterior, se ha de tener en cuenta que durante los primeros siglos de los llamados tiempos cristianos, de la misma forma que aquí llegan inmigraciones de gentes del norte, también llegan del sur, con toda su carga de creencias, siendo las mismas que en su momento dan el Islam. Mientras que a las gentes del norte el cristianismo les era indiferente, aceptándolo de ser impuesto, a los del sur este les repele.

    De los siglos séptimo al décimo, d. C, los valencianos ahora musulmanes construyen aguas abajo de la presa original romana, construyeron nuevos azudes. Azudes que dan agua a nuevas acequias, que pasan el secano valenciano a regadío. En ese tiempo, el original canal de Sagunto es cortado en la aldea de Benaduf, dependiente de Ben-Alguacil, es cortado a la altura de la alquería conocida finalmente como Mas de Tous, quedando toda la obra del canal restante hasta Sagunto inutilizada. En Benaguacil, del canal principal se abren cuatro Almenaras que dan lugar a las cuatro acequias que riegan los términos de Benaguacil y la Pobla. Lo mismo le ocurre al original canal que le da agua a Valentia, que queda para las poblaciones de Villamarchante y Ribarroja. Construyéndose a partir de esta población nueve azudes; Moncada; Tormos; Mestalla; y Rascaña; acequias que quedan en la margen izquierda. Cuart; Mislata; Favara; Robella y del Oro; acequias en la margen derecha. De la misma manera que el original canal de Sagunto da las acequias de Benaguacil y la Pobla, el canal de Valentia da las acequias de Fabara y Robella. Para atender el regadío que antes sirviera el Canal de Sagunto, ahora se construye una nueva presa y acequia tomando esta el nombre que hoy conocemos como Acequia de Moncada, que parte del término de Paterna. Los entes que antes atendieran el canal de Sagunto quedan en el pueblo mozárabe de Benaduf, la Pobla de Benaguacil, y los de los azudes que se construyen río abajo quedan en la mezquita de Valencia. La acequia de Moncada tiene ente administrativo propio, que no pasa a Valencia o Sagunto, sino a Moncada. También tienen ente administrativo propio los pueblos de Aldaya, Manises, Villamarchante, Ribarroja del Turia y Pedralba, con respecto a las acequias que les quedan, al pasar a ser suya el agua que anteriormente fuera a Valencia. El reparto en época musulmana de toda esta maraña de canales, de su agua, se realiza siempre de forma proporcional repartiendo el número de taules (Filà o Voquera) en función de las tierras que por Capatró romano se riegan.

    Las acequias quedan en derecho propio cada una con las siguiente cantidad de Voquera. Moncada -48. Tormos -10. Mestalla -14. Rascaña -14. Cuarte -14. Mislata -10. Favara -14. Robella -14. Quedándole al azud del Oro los sobrantes, pues este azud se hizo con esta condición.

    La Voquera mencionada es la cantidad de agua necesaria para regar una Taula a Pla. El hecho de que se diera en Taula la suma de 138, cantidad total de agua con reconocido derecho, se debe a que cuando los moros aforan el río en los años de gracia o de Pluja de Astreles, esa es la cantidad que da.

    12 –Tanto en la época anterior musulmana como posteriormente en la cristiana, cada acequia tiene su Síndico, y éste sus Sequiers. Donde, como era el caso de Valencia, el número de acequias y de Síndicos era de varios, estos formaban un Sindicato o Tribunal. Cuando el Síndico era sólo uno él era el tribunal. La gestión, administración y buen funcionamiento de todo esto se hacía al rito Home. Es decir, al Bon Forat y Bona Hombra. De palabra y mirando siempre a la persona. Tanto el que da justicia como el que la recibe son copartícipes de la misma Bona o Mala Hombra. Dado que quien no obrara en justicia, en su Forat y Hombra, es maldecido. Cosa que todos ven. En ningún tiempo se escribe nada y todo se hace con exactitud. Sólo cuando llegan los cristianos y a partir de ellos, es cuando se escribe y se deja constancia por escrito de aquello que se estima. Esto no lo hacen los Síndicos que configuran el Tribunal, sino aquellos que siendo secretarios o jueces de los usos catalano-aragoneses normalizan por escrito lo que ellos creen conveniente. Los escritos de tiempos cristianos cuando hablan de los riegos siempre se refieren a ordenanzas, pleitos entre labradores, o incluso acequias, que por nefasto destino caen en manos ajenas a quienes siguen los Usos Naturales. También existen escritos por designación real.

    Los regantes de cada acequia que tienen derecho al agua, de entre todos los hombres santos que conocen, Homens, ellos eligen a uno como Síndico Mestre, y a varios como Caps, tomando todos el carácter propio que tiene en la cultura valenciana el Aveaor. Mientras en la cantera son Aveadores Síndicos. Aquí se les da el nombre de Síndicos Aveadores. Son Síndicos Aveadores. Ocurriendo en la huerta que se abrevia el compuesto y se nombran sólo como Síndicos. En la cantera se abrevia el compuesto y se nombra como Aveaor. En el rito, o ritos del fuego también se abrevia y Aveaor Mestre, queda como Mestre. En todos los casos sus funciones son las mismas, al igual que su carácter espiritual en el que todos creen, así como en los ritos que hacen; todos son idénticos. Durante la época musulmana los ulemas reconocen el carácter sagrado y santo de los Síndicos, razón por la cual la reunión de las acequias tiene lugar preferente en el centro alfaguara de la mezquita mayor de Valensiya, quedando para ellos reservado el sitio tanto en las oraciones como cuando imparten dirección y justicia. En el villorrio dependiente de Benaguacil, Benaduf, las mismas e idénticas funciones se hacen en una iglesia subterránea y con carácter cristiano.

    Tras la conquista de las tierras Valensiyanas por los cristianos, el obispo Ferrer de Pallarés y sus canónigos, limpian la mezquita mayor de las gracias musulmanas, momento en que dejan de ir a ella los musulmanes aliados de los cristianos, pero sí continúan en su lugar los Síndicos del Agua. Decidiendo los eclesiásticos expulsarlos de su alfaguara era, esperando que el rey Jaime I los disuelva. Pues si bien estos ancianos no presumen ni alardean de sus secretas formas de hacer justicia, ni tampoco las comentan, todos saben que lo hecho lo es en la gracia, cosa que no depende de jerarquías ni musulmanas ni cristianas; de ninguna jerarquía; y por supuesto de ninguna creencia conocida.

    Pero Jaime I no disuelve, ni suple, las formas de administrar las aguas que mantienen los musulmanes pues sabe y estima que los modos que ellos mantienen son insuperables. Omite de los clérigos su opinión, y estos no insisten pues en el carácter del rey no entra el hacerles caso en lo tocante a herejías, pues su padre Pedro el Piloso murió defendiendo una, la Catara, y Valensiya ha sido conquistada de forma mágica, en abuso de las creencias, y no por las armas. Anteriormente el rey ha sido excomulgado por el papa al negarse a reconocer a un obispo, y posteriormente le cortará la lengua a su confesor frai Berenguer de Castellbisbal. Jaime I morirá sin que el papa se digne coronarlo rey, pues Jaime se niega a pagarle impuesto. A lo largo de toda la historia cristiana los canónigos de la catedral nunca permiten se haga justicia en su interior, ni incluso cuando los Síndicos son todos cristianos, pues a pesar de ello el tribunal siempre mantiene la justicia por la gracia.

    Ahora con Jaime I, también se repite lo que hicieran los romanos con los edetanos, que siendo ellos los sometidos ellos son los que imparten su justicia. Cuando son expulsados los Síndicos musulmanes del interior de la catedral, anterior mezquita, no se alejan de su alfaguara era, y mantienen sus ritos del agua como siempre hicieran; antes de iniciar las sesiones de justicia, salmodian, recuerdan en voz baja cuales son sus deberes, resultando que en estas salmodias no musulmanas, no alaban a Dios sino a su obra, al hombre. Alaban al Hombre Hombre. Home.

    Eso si; los musulmanes siguiendo la tradición son acertadamente discretos, y en ningún momento narran a quien no deben de narrar nada que pueda ser aplicado contra ellos. Siendo conocedores por narración de todas las creencias valencianas del agua, ellos a nadie lo dicen. Nadie los puede acusar de herejes pues nadie sabe exactamente su gracia.

    En Benaduf, tras la conquista, los cristianos construyen una iglesia no subterránea, ampliando una casa romana, quedando la anterior como santuario, y a la vez se construyen conventos y una casa que atiende los actos de reunión del Juez y sus cuatro síndicos y sequiers.

    La acequia de Moncada queda con un único Síndico el cual dirige y administra el agua. Los pueblos de Villamarchante y Ribarroja y Pedralba, con uno cada uno. Y Chelva con uno.

    13 – Durante los tiempos que siguen a la conquista de Valencia, los cristianos fían de los musulmanes en lo concerniente al aprovechamiento de las aguas del río. Los señores cristianos toman posesión de sus casas, palacios y castillos, los moros que se quedan pasan a ser siervos suyos trabajando el campo.

    Durante la dominación catalano-aragonesa, en lo que se llamó reino valenciano de Jaime I, y sus descendientes, la ciudad en lo legislativo se organiza siendo una replica avanzada de las leyes ultimas del imperio romano, en versión feudal. Administrativa y políticamente se crean estamentos propios, y las personas que los asumen cumplen con sus cargos igual que se hace en los reinos cristianos del momento. Y de la misma manera que anteriormente los musulmanes dieran a todo requisito oficial la grafía árabe, ahora los cristianos hacen lo mismo, escribiendo en latín y también, en escrito romance latino. Escrito que en estas tierras sus habitantes ya usaban anteriormente, pues era herencia mediterránea el mezclar las lenguas prerromanas con el latín y el árabe.

    Mientras esto ocurre con los temas oficiales, la administración de las acequias sigue en manos de los moros, que anteriormente las administraran, administrándolas de la misma manera que siempre se hiciera. Es en los tiempos de los Reyes Católicos y tras la expulsión de los judíos, y los abusos de la Inquisición, cuando los huertanos valencianos drásticamente se encierran en sí mismos continuando con las mismas formas de hacer de siempre, pero estas ahora las disimulan con añadidos parecidos a los que aplican los jueces convencionales. Desde el siglo 13, al 17, los Síndicos de las acequias son en su mayoría moros, con algunos cristianos. En los primeros tiempos no hay ninguno, y posteriormente pocos. Sin embargo la mayor parte de los cristianos que se incorporan a la huerta valenciana, sean de donde sean, asumen los ritos del agua y el fuego, incluso los que son elegidos como Síndicos, todos repiten lo que anteriormente hicieran los musulmanes. Ritos que todos los campesinos trashumantes venidos de todas partes cuando pisaban estas tierras hacen suyos. Cumplen con los ritos cristianos en sus parroquias y con los del agua y el fuego en el campo.

    Será ya en el siglo diecisiete, siendo Arzobispo y Capitán general de Valencia el sevillano Juan de Rivera, cuando la situación política española aconseja a la monarquía tomar decisiones drásticas, siendo una de ellas la llamada expulsión de los moriscos. Ciento cincuenta mil son expulsados de las tierras valencianas.

    La pragmática real clavada con un clavo a la puerta de la catedral dice:
    –Todos los moriscos saldrán inmediatamente del reino, en el término de tres días, bajo pena de muerte, abandonarán sus hogares y serán trasladados en escolta a los puertos del mediterráneo, señalados para el embarque, después de este plazo queda autorizado para prender, entregar a la justicia y aun matar al morisco que se resistiese. Irán únicamente con los bienes que puedan llevar encima de sus personas. El que oculte lo que no pueda llevar consigo o le pegue fuego a su hacienda será ahorcado, las casas o cosechas quedarán de quien el morisco sea esclavo–.

    Tras su expulsión las huertas valencianas quedaron despobladas de labradores musulmanes. Quedando sólo en ellas los señores y sus familias cristianas. Los moros que atendieran las acequias como sequiers y Síndicos se van y sus puestos no son cubiertos por nadie. En el momento de la expulsión son moros la mayoría de los Síndicos.

    Para repoblar semejante abandono, los virreyes valencianos y los señores dueños de los campos gestionan traerse labradores de otras partes, tanto de Cataluña, Aragón y la meseta. Esta repoblación es lenta, dando lugar a que muchos campos estén abandonados y sin cultivar durante muchos años. Sus acequias abandonadas y anegadas. Sus azudes cerrados.

    Cuando los nuevos inquilinos de las huertas traídos de todas partes se hacen cargo de ellas, la casi totalidad desconocen los ritos del agua y el fuego, desconocen los Usos propios valencianos, pues en sus lugares de origen no existen. Sin embargo, reviven lo que anteriormente hicieran los moros naturales. Los cristianos aplican los modos ancestrales dándoles el carácter que tuvieran, cosa que les resulta fácil, pues es la propia tierra valenciana quien hace suyos a los que llegan.

    A pesar de hacer suyos los Usos Naturales valencianos, muchos cristianos aquí llegados ellos no tienen gracia, no son capaces de hacer suya la Ley de la huerta, pues su gracia nadie se la trasmite, no obstante ellos esto lo callan y aparentan que si. Es a partir de ese momento cuando por aquellos que no conocen la narración se inicia la edición de Ordenanzas escritas. Ordenanzas aprobadas por los Reales Consejos del reino; o sea; de Castilla. Los Síndicos elegidos por estos regantes ya no son elegidos por su gracia, ni ellos juzgan con ella. No obstante fingen tenerla al estar junto a los Síndicos que sí la tienen.

    En el siglo siguiente, el dieciocho, se plantea otro problema, en este caso muy grave, que atenta con la continuidad del Tribunal. En 1707 en tierras valencianas y manchegas se decide quien será el rey de la corona española. En disputa están los Austrias y Borbones, los Milisia Valensiana, apoyan a los Austrias, la guerra la ganan los Borbones. Valencia queda desamparada por haber ayudado a los que perdieran. Felipe V rey Borbón, alumbra el Decreto de Nueva Planta y en él todo lo valenciano, o lo que lo parezca, o que lo huela, ha de ser desaparecido. De hecho todo desaparece y en su lugar es colocado todo lo castellano.

    14 – Felipe V de Borbón, cuando tiene que decidir el destino del Tribunal de la Aguas de Valencia, se encuentra con algo que desconoce y no sabe como interpretar. El Tribunal valenciano para él es un compendio de vulgaridad labradora que políticamente es imposible de manipular y legislativamente difícil de emular. Quienes viven su credo no lo escriben, siendo ciega su fe en él, como máxima su eficiencia. Dado que quienes viven tal cosa, toda su energía siempre la dedicaron a producir y nunca a molestar ni mucho menos guerrear, Felipe V en magnanimidad, le perdona la vida al Tribunal y este continua en su función.

    Por decreto todas las leyes valencianas y fueros, son abolidos, obligando a todos a observar la lengua castellana y sus leyes. Se prohíben los escritos en lengua vernácula y todo documento oficial, civil y religioso se hace en la gramática del reino.

    Todos los Síndicos, tanto los que presiden por ser únicos, como los que comparten sindicatura como es el caso de Valencia, al no tener escrita ninguna ley ni escribir ninguna sentencia, no son obligados a cambiar ninguna costumbre. Sólo se les recomienda, para bien suyo, que aprendan el castellano y que este idioma hablen y escriban cuando hayan de relacionarse con las autoridades de la monarquía.

    Sí se transcriben y se pasan al escrito aquellas normas en forma de ordenanzas que a la monarquía le parece oportuno. Pero solo aquellas que los propios Síndicos indican, ya que de los Usos Naturales reales nada dicen. En las acequias que predomina el carácter valenciano de ellas nada se escribe.

    Posteriormente durante la dominación Francesa tanto los cultos afrancesados, como los propios franceses respetan y aprecian los Usos del tribunal. Terminada la guerra Fernando VII declara abolidas constituciones y leyes que por progresistas no le gustan, sin embargo nunca se entromete con el Tribunal de las Aguas.

    Ocurre a partir de dicha guerra que al promocionar política y económicamente a los habitantes de la ciudad de Valencia en menoscabo de los nativos de los pueblos, la cultura natural valenciana queda en menosprecio; pues los habitantes de la ciudad que nunca le hicieran caso ahora la desprecian.

    Tal como pasa el tiempo y quedar las tierras en manos de terratenientes que no viven los Usos, por ser ellos de otros territorios, los problemas que se plantean en el reparto del agua se multiplican, y dado que estas gentes no aceptan la gracia del Tribunal, como se aceptara anteriormente en los tiempos bendecidos, esto acarrea cuestiones políticas insolucionables. Y penas inimaginables

    En 1834 en España es abolida la inquisición, no obstante y a pesar de la aparente libertad, el Tribunal de las Aguas no recupera la gracia que siempre tuviera, aunque en apariencia la tiene, pues muchos huertanos ellos siguen creyendo en ella.

    En los finales del siglo diecinueve, principios del veinte, debido a los problemas entre creyentes en los Usos y los no creyentes, los tribunales de la justicia ordinaria tienen que intervenir e imponer a los Síndicos regulaciones y normas. Pleitos que constantemente llenan las salas de los tribunales de la justicia escrita. En incongruencia los Síndicos tienen que recurrir a letrados en las leyes del reino español para dilucidar la aplicación de la ley natural de la huerta.

    La gracia en Ma de los Síndicos de tribunal, de sus Homens, su bendición o santidad, la que siempre se mantuviera inalterable desde sus orígenes edetanos hasta el siglo diecinueve, a finales de dicho siglo decae, pues los valencianos naturales dejan de hacer su entrà en los finales principios de era. En consecuencia muchos dejan de ser Homens omitiendo sus obligaciones patrias, y también el ejemplo de sus mayores. A principios del siglo veinte, tal como ya se iniciara en el siglo anterior, muchos valencianos pasan a ser cultos de la cultura oficial escrita, omitiendo la natural y suya de la narración. Por esta razón muchos valencianos pierden el carácter Home, su Bona Hombra, pierden su gracia. Esto hace que cuando han de elegir un Síndico, no se elija a los en Ma, si no a un político. Por la causa mencionada se inicia la saga o introducción de los valencianos políticos en los lugares que les corresponden a los Síndicos Homens. Tras lo ocurrido se llega a que muchas sentencias del Tribunal no sean justas en lo tocante a la apreciación de la Hombra. A pesar de ello la mayor parte de los labradores respeta a los en función Síndicos. Tal como la cultura valenciana se hace castellana, la Bona Hombra desaparece de las huertas. Y los pleitos y trámites judiciales notablemente aumentan.

    Incluso la ciudad de Valencia mantiene constantes enfrentamientos con el Tribunal, siendo el más llamativo el que el Ayuntamiento de Valencia a principios del siglo veinte, plantea contra el Tribunal de las Aguas. El ayuntamiento reclama a los tribunales de la legislación escrita el caudal de la ciudad que por antiguo derecho le pertenece.

    En suma de acontecimientos negativos en los tiempos finales del siglo diecinueve, y todo el principio del veinte, por razones climatológicas el rió Túria en los veranos estía, seca. Repite el ciclo que ya los romanos vieran cuando construyeran los primeros canales. Razón por la cual los romanos tomaron el agua en la presa de Pedralba, pues allí todo el caudal del rió intacto se mantiene.

    Los estiajes y sequías de la vega valenciana al ser solucionados por decretos gubernativos, y no por los Usos, da que unos labradores a otros se saboteen el agua y esta tenga que ser protegida por guardas armados. Sabotajes que también hacen unas acequias con otras.

    15 – Llegada la dictadura de Miguel Primo de Rivera, este general soluciona el problema planteado con el ayuntamiento, y todos los demás, ordenando un estudio con el fin de aprovechar al máximo las aguas del río Túria. En este estudio se contempla la construcción de un pantano en el pueblo de Benageber, el cual se anegará, siendo el caudal acumulado suficiente para solucionar los problemas del estiaje de las aguas. La dictadura inició el proyecto, y la posterior segunda república inicio las obras. Estas son terminadas durante la dictadura de Francisco Franco.

    Debido a la intervención de Primo de Rivera, las acequias que configuran el Tribunal, así como la de Moncada, y también las de los Pueblos Castillo, se agrupan en un sindicato único de regantes. Pero ocurre que muerto el dictador Primo, a dicho Sindicato nunca el poder central, época Republicana, y la posterior Franquista, ni tampoco la monárquica posterior de Juan Carlos I de Borbón, le dan la responsabilidad que le compete. Quedando a finales del siglo 20, como institución burocrática sin función alguna, y todo por culpa de los valencianos Rata y Cansalà.

    Dicha responsabilidad, sin prejuicio, ni empacho, se le da a un organismo llamado Confederación Hidrográfica del Júcar. Organismo totalmente formado por funcionarios del estado español, técnicos superiores y administrativos, que por encima de la opinión e intereses de los labradores regantes de la huerta, ellos deciden que hacer con los recursos hídricos. Este organismo oficial, dependiente de los ministerios madrileños, decide estando sus decisiones administrativas por encima del Sindicato de regantes y del Tribunal de las Aguas. Siendo sus decisiones arbitradas por un ministro, el de Obras Publicas.

    A causa del desafuero creado y ser tres los estamentos que deciden sobre las aguas, el Tribunal pierde totalmente su norte. Siendo los mismos personajes tanto los Síndicos de las acequias como los jueces del Tribunal, no son los mismos quienes dirigen la confederación encargada del río. En esta época Cansalà, se logra, por omisión de los propios Síndicos Valencianos, que un presidente de un organismo dirigido centralmente desde Madrid, condicione dos mil años y los anteriores de rito y buen saber hacer de las aguas.

    Por si todo lo anterior no fuera suficiente, a partir de los años 50 del siglo veinte, todos los alcaldes de Valencia, tienen como obsesión el que la ciudad métricamente crezca, y en vez de potenciar la agricultura ya existente, ellos promocionan el crecimiento urbano a costa de la merma de la huerta. Esta política a finales de dicho siglo es tan exagerada que en apenas treinta años la ciudad dobla su edificación. Desapareciendo con ella las huertas, y varios azudes y acequias. Y no sólo desaparecen las cosas materiales, también desaparece de los valencianos su natural cultura, pues al morir los labradores viejos la cultura anterior no tiene continuidad.

    Mientras el siglo veinte valenciano explicado por la cultura escrita queda como el siglo del desarrollo y progreso de la ciudad de Valencia, en la cultura narrada la narración dice lo contrario, pues es el siglo trágico de desintegración de lo valenciano natural, es la desaparición de la huerta y de todo cuanto a esta le da vida y la mantiene. Es la desaparición en sus gentes del carácter Home pues la cultura escrita se impone sobre la narrada.

    Mientras en todos los siglos anteriores en la Valencia real la agricultura es su riqueza, a partir del siglo veinte la Valencia real no se sabe de qué riqueza vive ni vivirá.

    Mientras en otras provincias carentes de agua esta se busca y consigue y de forma exagerada la riqueza agrícola se potencia, en la vega valenciana se desprecia la riqueza agrícola ahora con sobrada agua. En detrimento de la agricultura natural que los valencianos siempre tuvieran, se potencia el crecimiento urbano anulando el regadío.

    En la década de los años 60, la ciudad desvía el cauce del río Túria dado que el antiguo es incapaz de encauzar las cíclicas riadas que Valencia sufre. A partir del momento en que las aguas corren por el nuevo cauce llamado Plan Sur, los azudes y acequias que linderos a la ciudad hay uno tras otro al quedar en desuso desaparecen; Oro, Robella, ninguno se salva, pues nadie los respeta. Y el que se encuentra en el llamado Parque de Cabecera de Campanar, el imponente en obra de Rascaña, está quedando enterrado bajo la escombrera.

    16 – Lo ocurrido con la natural cultura valenciana, la de aquellos que siguen los Usos Naturales tiene un triste fin en el siglo veinte, pues dicho siglo marca un ecuador en la historia valenciana. Ecuador del antes honroso y el después vergonzoso. Fenómeno de -Mágnum Cansalà de las tierras valencianas. Cosa que actualmente está ocurriendo.

    Pues en el antes estuvo la narración y toda la

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